domingo, 23 de octubre de 2011

Aprovechando miasmas

Cuando el fin de semana me sorprende con el cuerpo hecho unos zorros a causa de un trancazo común, pero jodido, y me impide llevar a cabo mis planes de salida y comunión con la madre natura, junto con estupendas compañías para estos menesteres, automáticamente  pienso que alguien me está poniendo dos velas negras, o ¿es que acaso tendré al destino en mi contra? Respuesta: me revuelvo internamente, se me contorsiona el alma de cabreo y me digo ¿porqué yo?...se vino abajo esa ilusión, universal, de la que te hablaba hace unos días de disfrutar del descanso semanal y desintoxicarnos para otra vez, vuelta a empezar el lunes

Entonces aplico la sana actitud de la sumisión, asunción y acatamiento de la contrariedad, lo hago para protegerme contra cualquier indicio de autocompasión, o quizás también, contra  un posible conato de tontera con revestimientos de mala leche, y pienso: hay que descansar, de esta forma se irán antes las "miasmas", me pondré bien que es lo importante,la salud es lo primero...bla bla bla

Me acuesto temprano, un Vicks VapoRub que recuerdo les sentaba tan requetebien a mis hijos cuando eran niños, y al catre sin rechistar, sin poner el despertador ni oponer resistencia que valga.

¡Bingo!!Me levanto mucho mejor, ha sido mano de santo este descanso con el aplicador descongestionante al uso. Entonces me siento pletórica de bien, de ausencia de malestar, de fuerzas y ganas de comerme el mundo, pero es precisamente por eso que pienso ¡tal vez si me hubiera ido, habría aguantado! ¿....?, no, pero mejor no, lo que he decidido es lo correcto, así una y otra vez, misma pregunta  idem respuesta.

De nuevo decido aplicar por segunda vez, mi escaso sentido de la sensatez, precisamente para evitar cualquier estado de paranoia dominical "igual pregunta idéntica respuesta" ;y me planteo que hoy va a ser un día de poner en orden y sin prisas mi caótica vida que de un tiempo a esta parte me asiste: curso on line aún no currado, plantas en un estado de despojo cuasi absoluto, sección de lavandería en paro, libro aburridamente varado, papelorios que me hacen un guiño desesperado cada vez que los miro. 


La idea me devuelve el optimismo perdido, y el día transcurre con quehaceres domésticos nada importantes aunque sí necesarios para no caer en el abandono.


Cuando doy paso a la actividad mental, cae en mis manos un artículo sobre la inteligencia emocional y leo que el valor de esta capacidad consiste en saber reconocer y manejar  nuestros sentimientos y/o emociones  y crear la propia motivación, incluso para gestionar las relaciones(D.Golemam) 


Acto seguido me invaden un repique de imágenes mentales a modo de pequeñas secuencias de una misma película recordándome la de cosas que en un corto periodo de tiempo nos pueden suceder, y caigo en la cuenta ¡coño! si no hacemos otra cosa que estar superando envites,..¿entonces? ¡soy inteligente!, emocionalmente hablando claro está, aunque mi coeficiente intelectual se encuentre en un rango de valores normalitos. Eso espero


Y me pregunto ¿qué beneficios trae consigo esa nota alta de Inteligencia Emocional?, sigo leyendo... "Tenemos dos cerebros, uno racional y otro emocional. Que las emociones son importantes para el ejercicio de la razón; que entre el sentir y el pensar, la emoción es la que guía nuestras decisiones pero que es el cerebro pensante el que desempeña un papel fundamental en nuestras emociones, excepto cuando éstas se desbordan, y que es entonces cuando el cerebro emocional asume todo el control de la situación" (D.Golemam).


Y concluyo haciendo una pequeña reflexión, que se trata de buscar y encontrar un equilibrio entre ambos cerebros, porque es un trabajo de dos, un complemento, una coparticipación, siendo el todo  ese engranaje en armonía para el feliz desarrollo de nuestras emociones.
Pero también pienso que esa capacidad de decidir que poseemos nunca nos desvelará si lo hicimos correctamente, si el camino que elegimos fue el mejor, de como sería nuestra vida si hubiéramos tomado otro sendero. Esto siempre será un enigma que no nos debe llevar mucho tiempo, aunque sí teniendo siempre presente el constante indicador de momentos  en los que nos sentimos realmente felices , en paz, y ante todo con una salud mental a prueba de cañonasos.






domingo, 16 de octubre de 2011

Una música de fondo

Estoy escuchando de fondo la maravillosa música "le fabuleux destin d'amélie poulain" y no puedo evitar por más que lo intento retrotraerme unos meses atrás cuando trabajaba día tras día, tardes, minutos, horas intensas, con la dedicación y esfuerzo absolutos con los que se precisaba llevar a cabo un trabajo bien hecho, en un lugar del mundo desconocido para mí y guiada por un Proyecto bien definido por las partes -ong y contraparte- de "necesidades" identificadas en una región  de Guinea Bissau, concretamente en Bafatá.

Amélie era mi música de fondo, mi compañía, no mi fuente de inspiración como lo está siendo en este instante, pero sí que existía entre ella y yo una comunión casi perfecta de necesidad mutua, me acompañaba, no me distraía en absoluto de mi actividad y me aportaba ese punto de enmimismamiento mínimo y necesario para maximizar el tiempo que empleaba en esta tarea constante de ordenar y pasar datos.
Hace unos días Punset nos habló de ello en una de sus intervenciones en "redes". La música siempre nos acompaña a lo largo de la vida, en momentos vividos con personas concretas y queridas, etapas importantes de nuestra andadura vital en la que te abonas casi a diario a una misma melodía y que de vez en cuando nos gusta evocar.....

Pues bien, como te decía, todos los días, sin excepción llevaba a cabo la misma rutina, pasando apuntes, tomando nota del más nimio detalle en un diario que pretendía conformar el trabajo, de toda la jornada en el Hospital, proveniente de la observación de las personas con las que trabajaba, de las respuestas obtenidas de cada una de ellas ante cualquier nueva sugerencia, ante cualquier iniciativa de cambio en necesidades, siempre sopesadas y extrapoladas al ámbito de su propio contexto, sin perder el objetivo claro de ajustar mis esfuerzos al Proyecto en sí, para no disiparme, no dispersarme en otras cuestiones, sin dejar que la intuición y formación se antepusiera a la poca experiencia en estas lides. 
La voluntad de que todo saliera adelante no era suficiente, no me aseguraba el camino correcto, por tanto debía ceñirme al Proyecto en sí, a las actividades descritas y que necesariamente debían ser ejecutadas y evaluadas en un tiempo limite, determinado por la ong y por ende al presupuesto librado para tal fin

Van pasando los días, ya hace un mes de mi vuelta y este rato a la sombra del mango y la música de Amelíe me lo recuerdan, y aún queriendo poner la voluntad que antaño me rondaba, no logro se evapore la inquietud, la rabia (me la arrancaría a jirones) el asombro, y sobre todo la indignación.......por las mentiras urdidas con toda la hipocresía de que se es capaz de tener cuando se trata de obtener beneficio material de un trabajo en donde el esfuerzo es directamente proporcional a la necesidad del que lo demanda.

¿Como se puede llegar a ese maléfico grado de totum revolutum mental y moral  para conseguir estafar a tres partes implicadas: principal financiador (AECID), contraparte y trabajador contratado, y mantenerse impertérrito, impune y actualmente maquinador de otros desatinos??

No logro respuesta alguna, solo me consuela el mango, su recuerdo, su belleza, textura, color y su delicioso  y precioso fruto, pero ante todo: lo aprendido.
   

domingo, 9 de octubre de 2011

La magia del viernes

Si tuviera un perro le llamaría viernes porque da mucho juego, el nombre del perro me refiero,(¿vienes, viernes..?),también lo haría juguetón y así tendría un dos en uno, juguetón el nombre y también el can en cuestión, eso sí, lo acostumbraría a no molestar, a mantenerse en catalepsia prolongada el tiempo que hiciera falta si alguna una visita más que agradable hiciera acto de presencia en casa ,para el disfrute de la menda.
Sin embrago pensándolo bien también lo educaría en sentido contrario, que alguien desconocido se presentara con alguna facturita que ni pajolera idea que existiera, tanto que me dejara con cara de póquer haciéndome trabajar automática y mentalmente descontando el montante de las previsiones monetarias del mes; o también para espantar a algún nota con propaganda de esa que ni entiendes ni te la imaginas y que te la trae al pairo;o puede que incluso fuera útil mi "viernes" si tocaran a la puerta los mismísimos mormones, tan encorbatados, tan monos y clonados todos ellos.Tan raritos!


Pero al viernes al que me refiero es al viernes de toda la vida de Dios, de todos los calendarios, al que amamos con toda nuestra alma, a ese placentero, liberador, ilusionante y ovarudo día.


Eso de dar de mano durante 48 horas seguidas de la rutina de toda semana,la que nos obliga casi a punta de pistola a encorsetarnos en actividades varias y de riguroso cumplimiento,a ese ajetreo laboral que a veces nos desarma y trastorna con problemas sin sentido, que nos quita la escasa lucidez por afrentas que creíamos tener ya superadas, o nos abruma por la retaíla de cuestiones que paralelamente tenemos que llevar al retortero..


Y es a las 15 hrs de este maravilloso día (haga sol, truene, llueva,las nubes se levanten)cuando por arte de magia ¡zas! surge la transformación en lo más hondo de nuestra consciencia e inconsciencia, salimos a toda ostia del curro y meteóricamente empezamos a hacer planes, aquí no hace falta la agenda ni na porque en caso de no tener ningún plan previsto, existe la misma sensación de libertad ¡algo surgirá! y si no, lo inventamos sobre la marcha...


Y aquí está el quid de la cuestión.Personalmente, a mí me gusta tener algo preparado para el finde, es un elemento motivador para sobrellevar la semana,una excursión senderistica, una ruta en bici, un viaje corto y barato , un paseo o los que encarten. Pero también, la lectura de un periódico desayunando y la charleta de ese momento, la visita de mis hijos y el consiguiente despliegue de avituallamiento para preparar una comida especial, ese libro que tenemos varado en la mesita de noche leyéndolo a retazos, un aperitivo con birrita o manzanilla de Sanlúcar....


En definitiva, nuestra casa  que no la vivimos con la calma que desearíamos y que ella espera de nosotros/as, y nuestra particular e intima necesidad de encontrarnos lo que se dice, bien .  





miércoles, 5 de octubre de 2011

Mi primera tarde bajo el mango

Me encantan los mangos, por la vida que hay en ellos mismos, se hacen enormes dando unos frutos deliciosos; los niños tiran piedras con una puntería de arqueros para poder meterse algo fresco y estimulante a la boca; también hacen unos artefactos consistentes en una vara larguísima y en su extremo, unos palos pequeños y redondos de unos 20 cm de largo a modo de pinza, para poder atrapar el fruto desde abajo. Los chavales se suben unos encima de otros y, el que está encaramado arriba del todo, en el hombro de su amigo, coge el palo y ¡zasca! lo engancha sin fallar. Lo celebran todos y lo comparten, aunque apenas toquen, cada uno, a un mordisco. ¡Genial!!

También me gusta el mango porque es conciliador, porque agrupa en torno a él, porque se está sin prisa, se habla de todo - cosas trascendentes sin darles un tono más alto, y como no, anécdotas y frivolidades que invitan a la risa y que también son necesarias para quitarse el hambre de encima; no se recrimina, pero si que existe esa respuesta espontánea y simpática que no se encuentra en cualquier lugar.

Hace muchos días que no escribo nada, ignoro si es porque no tengo nada que contar, o si es que teniendo, me incomoda tan solo pensar en ello, o puede que esté perezosa o distraída, también puede ser que me encuentre dispersa, o a lo peor que no tenga a nadie a quien contar, o si teniendo a ese alguien, dude si en este momento le pueda interesar algo de lo que se hable bajo el mango; así que en este instante solo estamos el mango y yo, aunque espero compartir momentos, y en ese reducto me dejaré fluir e influir, sin pensar demasiado ¡A ver qué pasa!