miércoles, 27 de marzo de 2013

Una gripe y un mea culpa con penitencia

Me he pasado el último fin de semana en cama con gripe, y mi amiga 'M' al enterarse me decía que aprovechara la coyuntura para ponerle hojas al mango. Me hizo mucha gracia el comentario y se lo agradecí porque provocó en mi una sonrisa que tan caras se venden últimamente por mis lares 

Pero está claro que no le pude hacer caso por aquello de mi nula e imposible predisposición a hacer nada con cierto grado de apariencia, si acaso dormitar y dejarme llevar por esa languidez que impera en estos casos y que adolece de cualquier iniciativa vital. Difícil de modificar las maneras y los estragos que ocasiona, sobre todo en el durante (periodo álgido), y mejor dejarse llevar sin oponer resistencia con, y..¡esto es muy importante!, paracetamol + cama. 
Claro está que me había vacunado y, afortunadamente, la muy zorra, en esta ocasión me ha atacado como con el rabillo entre las piernas, con unos bríos venidos a menos; que no es lo mismo que cuando agrede bravucona teniendo, por delante, todo el campo abonado a su favor

En estas estaba, mustia y bastante flojilla de energía, cuando de forma reiterada e insistente atenazaba un recuerdo a modo de pesadilla, una y otra vez, de una "metida de pata" que tuvo lugar en las horas previas al subidón del virus. Soñaba taciturna la no comprensión de mi respuesta a una demanda normalísima en fondo y forma, pero sobre todo plena de buenas intenciones y, hasta con visos de disfrute personal. El caso es que salí por peteneras, con muy mala ostia y con una respuesta tan absurda como quisquillosa, pero ante todo, para nada sentida de verdad. No me lo explico. Por ello el aire se me volvió pesado y aplastante hasta que conseguí por fin perdonarme

Y es que, no es para nada cierto que las palabras se las lleve el viento, pero menos aún cuando se escriben y se les da forma y significado; porque ahí quedan, recordatorias, tenaces, ajusticiadoras y muy manipuladoras...., nos despellejan y maltratan, y para cuando queremos recuperar la cordura, el daño está hecho, de una y de otra parte.

Moraleja: "A palabras embarazosas, oídos anticonceptivos"

jueves, 21 de marzo de 2013

Cosas de siempre que siempre me sorprenden

Suena a tópico o a frase hecha de persona sabihonda, pero...."parece mentira" que ya estemos en primavera; además fue ayer mismo su llegada y, aquí en mi tierra, lo hizo por la puerta grande y sin escatimar un mínimo en sol y calor. Debía y quería hacerse notar y lo hizo con todo el regodeo que pudo; nos mostró sus señas de identidad; su condición inequívocamente cálida después del frío invierno; su porte alegre en contraste con los grises de la recién pasada estación; su querencia por la luz y por supuesto su constante incitación a la algarabía. 

Por la tarde me sorprendió la luminosidad intensísima del ocaso, en ámbar, que lo inundó todo; invadiendo resquicios inaccesibles y propiciando sombras en una tierra ocre preparada para dar lo mejor de ella en los próximos meses. Las grandes hojas de  algunas plantas se tornaron violáceas como respuesta a la provocación de ese fulgor penetrante y, de pronto, caí en la cuenta de su presencia (la primavera); un coqueteo conocido me aseguraba su comparecencia  mostrándose vanidosa a la vez que veraz.

Esta mañana temprano, nada más llegar a Los Alcázares, he querido recibirla en el amanecer, como intentando disponer de la mayor información posible y buscando, "en ella", la otra cara de la moneda. En unos minutos, muy fugaces, dí la bienvenida al sol acomodado en un horizonte cargado de buenas intenciones con el despunte del nuevo día, y, en un periquete, fui consciente del engaño compasivo de la belleza, de lo efímero de cada instante y de nuestra aceptación sin remedio a lo fugaz. Tanta brevedad como impone la propia condición de la vida misma



domingo, 10 de marzo de 2013

La Paz Interior y sus beneficios

Es preciso estar reconciliado/a con la vida para poder sentir emociones muy cercanas y de una intensidad inusitada; para poder recordar lo mejor; para poder acompañar con mucho cariño; para poder dar lo mejor de nosotros mismos; para llegar a ser uno con el dolor. 

Es necesario también ese apaciguamiento interior para saber poner cada cosa en su sitio y a cada persona en el lugar que  merece estar; para poder relativizar y encontrar lo mejor recibido (que no es poco); para entender que el desamor no puede ir acompañado, jamás, de odio ni de contiendas, pero ni tan siquiera de indiferencia.

También es importante sentir esa Paz interior para rechazar de plano cualquier guerra cargada de despropósitos, engaño y maldad. Y no perder de vista, en absoluto, que en todas las guerras se mata. Se mata igualmente, con mentiras, con mucho egoísmo, con difamaciones...Y el odio siempre presente 
Y nunca nos percatamos de que hay personas que por su bondad y benignidad son incapaces de gestionar esa crueldad que les viene como un alud enterrándolos de por vida;  dejándoles sin capacidad de respuesta, y con una indefensión tan imposible de negociar  que arremete sin piedad contra su salud. Y la enfermedad aparece como respuesta

Es importante encontrar el camino del sosiego y de la calma porque este nos aporta lucidez, y con el mucha cordura para no perder el norte; para no olvidarnos que un día quisimos profundamente; para no perder la dignidad ni el respeto que merecemos y que merecen nuestros hijos.

Es vital, por tanto, rectificar y echar el freno a los desatinos, para intentar recuperar la sensatez y la honorabilidad, pero sobre todo, para ser mejor persona.