jueves, 9 de mayo de 2013

En un plis plas ¡zas!

Mi querida 'E' se va a BARNA a hacer un curso de meditación Vipassana y cuando me lo dijo, ajustando fechas para programarnos unos días de sosiego o trasiego juntas, me quedé un poco pillá pensando de que podría ir tal ejercicio de adiestramiento espiritual. Ya no se trataba de meditar a secas, que ya es! sino que la cosa iba más allá; algo con un apellido excelente que significa "ver las cosas como realmente son" y que además conlleva un extra de especial dentro de lo extraordinario de lo que ya, de por sí, supone la práctica de la meditación, no es cualquier milonga

Hoy me encuentro de buen talante, pensaba viniendo al curro; he dormido mejor que bien; lo de descansar y estar de buen humor es un hecho y consecuencia que afirmo hoy más segura que nunca porque hace unos días no daba el do de pecho en lo más simple hasta que cogí, en la siesta y sin demora, de nuevo la horizontal 
Esa sensación de buena actitud no solo la rumiaba en el coche, sin radio ni música ni nada externo que distrajera mis sentidos en alerta a horas que estrenan día, sino que la disfrutaba. 

Afloraba ese sentimiento con la aún no nacida intención de agradecer todo lo que tengo y ¡zasca!, sin venir a cuento, un recuerdo con contrariedad, me incordió trastocando mi melodía interna, y entonces, tuve que ponerme a limar y lidiar asperezas de un alma cargada con esa dosis de ira interna que hizo acto de presencia enfrentándome con el mundo y enemistándome con la vida misma. Ale!, y todo, porque el inconsciente se decepciona y las emociones se contaminan de negatividad y frustración; o porque nuestros anhelos sobre algo nos dan la espalda, nos ningunean; o bien, porque nos hacemos la paja mental de que no nos lo merecemos

Pero que barbaridad!! es un disparate la rapidez con la que se pasa de la alegría a la frustración, de la templanza a la ira; pero que manía tiene la mente de llevarnos desde un punto a las antípodas en un plis plas; con el mínimo aleteo de un pensamiento negativo, con una no cumplida expectativa. ¿Acaso somos sus esclavos?, de la mente, me refiero.

¿Entonces qué?, ¿en que quedamos? ¡Precisemos!, pensaba. ¿Estoy de buen talante o de pésima ostia? Estar estar...estaré, como yo elija quedarme. Decidí

Tengo muchos más motivos que pretextos. Concluí 




1 comentario:

  1. Ya sabes que somos lo que pensamos, también lo que comemos, pero sobre todo lo que pensamos.

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