domingo, 16 de octubre de 2011

Una música de fondo

Estoy escuchando de fondo la maravillosa música "le fabuleux destin d'amélie poulain" y no puedo evitar por más que lo intento retrotraerme unos meses atrás cuando trabajaba día tras día, tardes, minutos, horas intensas, con la dedicación y esfuerzo absolutos con los que se precisaba llevar a cabo un trabajo bien hecho, en un lugar del mundo desconocido para mí y guiada por un Proyecto bien definido por las partes -ong y contraparte- de "necesidades" identificadas en una región  de Guinea Bissau, concretamente en Bafatá.

Amélie era mi música de fondo, mi compañía, no mi fuente de inspiración como lo está siendo en este instante, pero sí que existía entre ella y yo una comunión casi perfecta de necesidad mutua, me acompañaba, no me distraía en absoluto de mi actividad y me aportaba ese punto de enmimismamiento mínimo y necesario para maximizar el tiempo que empleaba en esta tarea constante de ordenar y pasar datos.
Hace unos días Punset nos habló de ello en una de sus intervenciones en "redes". La música siempre nos acompaña a lo largo de la vida, en momentos vividos con personas concretas y queridas, etapas importantes de nuestra andadura vital en la que te abonas casi a diario a una misma melodía y que de vez en cuando nos gusta evocar.....

Pues bien, como te decía, todos los días, sin excepción llevaba a cabo la misma rutina, pasando apuntes, tomando nota del más nimio detalle en un diario que pretendía conformar el trabajo, de toda la jornada en el Hospital, proveniente de la observación de las personas con las que trabajaba, de las respuestas obtenidas de cada una de ellas ante cualquier nueva sugerencia, ante cualquier iniciativa de cambio en necesidades, siempre sopesadas y extrapoladas al ámbito de su propio contexto, sin perder el objetivo claro de ajustar mis esfuerzos al Proyecto en sí, para no disiparme, no dispersarme en otras cuestiones, sin dejar que la intuición y formación se antepusiera a la poca experiencia en estas lides. 
La voluntad de que todo saliera adelante no era suficiente, no me aseguraba el camino correcto, por tanto debía ceñirme al Proyecto en sí, a las actividades descritas y que necesariamente debían ser ejecutadas y evaluadas en un tiempo limite, determinado por la ong y por ende al presupuesto librado para tal fin

Van pasando los días, ya hace un mes de mi vuelta y este rato a la sombra del mango y la música de Amelíe me lo recuerdan, y aún queriendo poner la voluntad que antaño me rondaba, no logro se evapore la inquietud, la rabia (me la arrancaría a jirones) el asombro, y sobre todo la indignación.......por las mentiras urdidas con toda la hipocresía de que se es capaz de tener cuando se trata de obtener beneficio material de un trabajo en donde el esfuerzo es directamente proporcional a la necesidad del que lo demanda.

¿Como se puede llegar a ese maléfico grado de totum revolutum mental y moral  para conseguir estafar a tres partes implicadas: principal financiador (AECID), contraparte y trabajador contratado, y mantenerse impertérrito, impune y actualmente maquinador de otros desatinos??

No logro respuesta alguna, solo me consuela el mango, su recuerdo, su belleza, textura, color y su delicioso  y precioso fruto, pero ante todo: lo aprendido.
   

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