martes, 31 de julio de 2012

No solo con los pies en la tierra

-Hace años, ya bastantes, el hecho de proceder de un pueblo era un valor a la baja; lo que en realidad se valoraba era el vivir en las grandes ciudades, porque parecía ser que otorgaban un toque de modernidad y avanzadilla; eso si que era ser cool por excelencia.

Ella no era de las que vivían de los sueños; siempre con los pies bien en la tierra y acostumbrada a lidiar, desde joven, cualquier envite que se le plantara por su camino; sentía ser dueña de su propio destino y nunca escatimó esfuerzos en pos de conseguir esa libertad y control deseados por cualquiera; por tanto también tenía reaños más que probables como para poder volver su existencia como un calcetín, si llegado el momento le apremiara la necesidad vital de cambiar todo lo que conformaba su vida de siempre.
Vivía en Madrid (hasta bien entrados los cuarenta), y esto la convertía en una urbanitas redomada. Solamente se escapaba para viajar, (loca por hacerlo), no desaprovechaba ocasión; de los viajes siempre decía que lo mejor de ellos era partir y también regresar a casa, a su día a día. A su ciudad 
A veces el planteamiento de una vida plena de materialidades, imparable por lo frenética y robótica por lo repetitiva, le hacia barruntar en trances de abandono, un vacío que no era capaz de saber interpretar.

-Nada es para siempre, pensaba yo, -mientras la veía poseída de ese enamoramiento dependiente y excluyente: como su ciudad, ninguna en el mundo mundial-, y lo deducía con esa justificación razonable basada en la propia evolución vital que la edad y la propia naturaleza nos demanda. La transformación implica cambios y estos exigen, a veces, respirar aires nuevos.

¡Vaya que sí hubo cambio de aires!, unos billetes para la India, empeñada en visitarla, no solo por lo que le atraía del país sino más bien para la adquisición de muebles y objetos para su pequeño negocio de decoración, le brindó una oportunidad de oro: vivir una experiencia espiritual que cambiaría su vida radicalmente. 
-Lo que su interior buscaba fue lo que la encontró a ella. Ignoraban estar buscándose mutuamente.

Dejó allá los objetos previstos de antemano, y planeó otro futuro inmediato con la firme determinación de vivir de otra manera. Dispuso hacer un maridaje con la tierra de sus ancestros, una pequeña aldea en donde se instaló y trazó, a su medida, lo que sería su nueva vida, basada en el cuidado de la tierra y en el reciclaje y restauración de todo que encontraba.  

Existe, al menos, un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo. Adoplph Huxley



    

lunes, 23 de julio de 2012

Usuario y contraseña

Recuerdos mantenidos a raya despiertan y se desbocan
cómplices
Tan solo una leve señal que me hace reír y el saber que está, enciende la luz y la música
zalameras
Sentimientos en alborozo despabilan a la niña´
y sueña
Añoranzas que no son nada asaltan torpes e insistentes,
me guiñan
El corazón, chispeante, baila con ellas; respiro hondo y serena las acojo con mimo,
me gusta
Dudo seguir nutriéndome de ilusiones vanas pero decido que sí,
me pertenecen
Pido permiso al Universo y asiente:
let it be, me dice
Temo estropear lo que nunca existió y llenó de magia la vida mía, fue nada
y yo tampoco
Quedo quieta, más no ausente
Me cuido

lunes, 16 de julio de 2012

De mujer a mujer

Ahora, cuando pasó la juventud, mi vida se parece al fruto que ya nada tiene que perder...
y espera, espera a alguien para darse toda entera, con toda su pesadumbre de dulzura
Fragmento "Imagen de la Vida" de Rabindranath Tagore

"Otra época, otra forma de concebir el paso de los años. Ese fin inalcanzado les hacía languidecer y arrugarse no solo por fuera..."

Mi padre jugaba a un acertijo con la gente joven que pasaba unos minutos con él. Les decía, dime que es lo que 'no' ves en el espejo y tienes cuando te miras en él: "la juventud" exclamaba encantado por la compañía joven que en ese momento le miraba con cierta decepción ante la inesperada y 'tonta' respuesta. Yo creo que entre otras cosas, pretendía activar en ella, el reconocimiento de esa certeza sin tasar, como diciéndole: despierta, disfruta de esta época que pasa y no vuelve, sé agradecida, alégrate y aprovecha esta etapa con plena consciencia.

Lógicamente yo entradita, ya hace, en los cincuenta, no me podía dar por aludida, pero tampoco miraba para otro lado y recapitulaba interiormente y con simpatía, mi propia juventud, y el guaseo que me producía mirar allá, al futuro. Ese horizonte desdibujado, inimaginable y extrañamente ajeno a mí. 
Como queriendo seguir el guión y adaptándolo a mis hechuras de ahora, y ya con menos pitorreo, pensaba en la madurez
¿Y nosotras? ¿que cosas buenas en este punto del camino se nos ofrecen si ya la juventud pasó, y la decadencia implacable al paso de los años ya se ha instalado de forma definitiva, tanto, que el cuidado por desacelerar este proceso incluso a veces lo convertimos en una obsesión? ¿y nuestro carácter? ¿se nos ajará también? ¿que nos queda? ¿que podemos esperar? ¿en que nos convertiremos?....

Jane Fonda nos habla de ello en lo que ella llama el "Tercer Acto" (las tres últimas décadas de la vida), y plantea como utilizar este tiempo; propone, aún inconclusas, una manera de terminarnos; manifiesta, como el espíritu humano se mantiene en ascenso hasta alcanzar la plenitud, autenticidad y sabiduría. Sugiere con verdadera convicción que el iniciar una revisión de nuestro pasado, éste nos da la oportunidad de poder cambiar, estableciendo así nuevas vías neuronales y creando otras señales químicas y eléctricas cuando creamos sentimientos positivos, modificamos reacciones ante acontecimientos vitales que en otro tiempo nos alienaban, y activamos actitudes o estados de ánimo decididos.
Insiste: "lo que nos hace sabios no son las experiencias en sí, sino el reflexionar sobre ellas", esto, dice, nos ayuda a ser íntegros y auténticos.


 http://www.ted.com/talks/lang/es/jane_fonda_life_s_third_act.html

¡Mucho por hacer!


jueves, 5 de julio de 2012

UN lugar junto al mar


No tengo tiempo de aburrirme, la vida tiene demasiados acicates que me sulibeyan, y además me está contraindicado porque es peligrosamente dañino para la salud; así que, esto me ayuda notablemente a distraer la mente del runruneo que a veces nos acompaña sin dar tregua al relax. Los pensamientos son un arma de doble filo, que nos despellejan, en ocasiones, distorsionando la realidad y encadenándonos a chaladuras de tres al cuarto.

Escapar de vez en cuando del medio habitual me aporta una chispa especial y novedosa a mi rutina de siempre; cambiar de escenario me remoza, y me da la oportunidad de añadir actividades que además de ser bien avenidas para cuerpo y espíritu, las llevo a cabo íntegras, y todas al retortero con satisfecha comodidad. La vida al aire libre se multiplica, y el horizonte de actividades de nuestro día a día se amplía, inspirándonos, y ayudandonos a reinventar nuestro tiempo, en pos del disfrute constante

Sacrificar el orden absoluto por la comodidad y despreocupado arreglo, suma muchos puntos al placer que se pretende sentir en cada momento de relajo del estío. 

En general, la vida se disfruta mucho más, aunque los hábitos sean los mismos; también el calor de esta época nos echa en brazos del abandono tranquilo; nos exime de ciertos clichés encorsetados de la urbe y, te aseguro, resulta de lo más atractivo. 

Me encuentro descalza, agitanada y placenteramente tranquila en una casa cómoda, nada pretenciosa pero solemnemente antigua; muy considerada con los que la habitan porque, a pesar de los pesares, en ella se respira el levante que sopla con frecuencia, colándose por la puerta delantera, siempre abierta, inundando la casa de suave y fresco airecillo con aromas de mar; ventanales abiertos, y lo suficientemente amplios como para hacer penetrar la luz intensa del día, que se ve acrecentada por este mar chico. El Mar Menor

No se trata de ningún lugar paradisíaco, pero es el que conozco desde que era una chiquilla y cerril adolescente, por tanto me resulta gratamente familiar; yo que siempre he ido de acá para allá, me gusta evocar sensaciones infantiles conocidas, y acercarlas a la que soy hoy

La temporada estival ha dado su pistoletazo de salida con temperaturas que me trasladan a otros lugares inmensos, me ligan a querencias que me hacen cambiar de hábitos y atavíos. Nada, en este momento, me place más que menguar el uso de ropa y calzado en casa.

Ahora está anocheciendo, luces al fondo, en la lejanía, y en ella una finísima linea pespunteada y muy bien trazada (La Manga); hilera de pequeños resplandores conectados a vidas privadas y, dispuestos a su vez, de forma colectiva que hacen provocar constantes destellos  intensificados por la oscuridad de la noche. 

Y al otro lado del horizonte, el Mar Mediterráneo


La noche se agazapó hace rato, y me resisto a que el día acabe, a que este momento termine. La sensación de paz se agradece y engrandece el alma.