jueves, 21 de marzo de 2013

Cosas de siempre que siempre me sorprenden

Suena a tópico o a frase hecha de persona sabihonda, pero...."parece mentira" que ya estemos en primavera; además fue ayer mismo su llegada y, aquí en mi tierra, lo hizo por la puerta grande y sin escatimar un mínimo en sol y calor. Debía y quería hacerse notar y lo hizo con todo el regodeo que pudo; nos mostró sus señas de identidad; su condición inequívocamente cálida después del frío invierno; su porte alegre en contraste con los grises de la recién pasada estación; su querencia por la luz y por supuesto su constante incitación a la algarabía. 

Por la tarde me sorprendió la luminosidad intensísima del ocaso, en ámbar, que lo inundó todo; invadiendo resquicios inaccesibles y propiciando sombras en una tierra ocre preparada para dar lo mejor de ella en los próximos meses. Las grandes hojas de  algunas plantas se tornaron violáceas como respuesta a la provocación de ese fulgor penetrante y, de pronto, caí en la cuenta de su presencia (la primavera); un coqueteo conocido me aseguraba su comparecencia  mostrándose vanidosa a la vez que veraz.

Esta mañana temprano, nada más llegar a Los Alcázares, he querido recibirla en el amanecer, como intentando disponer de la mayor información posible y buscando, "en ella", la otra cara de la moneda. En unos minutos, muy fugaces, dí la bienvenida al sol acomodado en un horizonte cargado de buenas intenciones con el despunte del nuevo día, y, en un periquete, fui consciente del engaño compasivo de la belleza, de lo efímero de cada instante y de nuestra aceptación sin remedio a lo fugaz. Tanta brevedad como impone la propia condición de la vida misma



2 comentarios:

  1. Voluble y efímera, pero preciosa. Nos genera torrentes interiores.

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  2. Gracias Emilio; muy bonito lo que dices. Esos torrentes de los que hablas son consecuencia de las sintonías

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