sábado, 23 de febrero de 2013

Sex and the city

¡Eureka!, entró. Siempre se me resiste, y es que el chisme en cuestión, ese que debe de reproducir, musicalmente hablando, para poder disfrutar de un rato de placer, escuchando melodías que me encantan, me boicotea este CD (sex and the city), y aún no he podido encontrar la causa. 
Es buenísimo, o a mí me o parece, y me acompaña bastantes veces; no me distrae pero me sirve como elemento vehiculizador de mi propio bienestar cuando trabajo o estoy desarrollando cualquier actividad, ya sea manual o intelectual. Tiene una canción, sobre todo, que me pirra (How can you mend a broken heart), sugerente y melodiosa hasta decir basta

Son de esas compras que se hacen por chiripa, sin tener ni zorra idea de como saldrán. Fue justo un día en el que decidí actualizar mis haberes musicales, y me lancé a la adquisición de unos cuantos por una cuarta parte de su precio, al haber una super oferta de esas que parten la pana y que te disuaden del propósito de no gastar más que en lo necesario.  

Ya me encontraba en caja para pagar mis tres joyitas musicales, cuando percibo que el dependiente de la sección de discos: un chico joven, atractivo, con muy buena planta me sonríe; para empezar se me hizo raro que fuera yo la destinataria de esa sonrisa tan cómplice; no creía conocerlo y la diferencia de edad establecía como imposible que estuviera intentando ligar conmigo -nunca he entendido esa moda, de algunos, de ligar con mujeres tan maduras como la madre que los parió, y por ende a ellas, ligar, con hombres que bien podrían ser sus retoños. También se me hace raro esa diferencia de edad en otros supuestos; quedando patente que para la menda el amor si que tiene edad, cuando de estos términos, matemática y generacionalmente abismales, se trata. 

Yo miré a un lado y a otro, por si mi vista o percepción me estuvieran jugando una mala pasada, sin embargo no encontré a nadie, ni a mi diestra ni a mi siniestra. Si que era, entonces, la diana de esa sonrisa. Concluí
Entonces pensé que a lo mejor el joven me estaba haciendo un guiño procaz por el título del CD; pensé que tampoco era para tanto, no creí estar comprando un kamasutra musical, y aún así, me hubiera parecido un atrevimiento por su parte

El Insistió, y volvió a sonreírme, pero esta vez con una sonrisa algo más tímida, (el chico, ya me fijé mejor, no me daba el perfil de listillo ni de ir sobrao por la vida), y desprovista de apuro, vergüenza o cortedad, lo escudriñé tanto como se hace con un yerno cuando te lo acaba de presentar tu hija. Me seguía pareciendo guapo y educado, y en esas estaba, casi enmimismada, cuando le oigo decir, sonrojado: Cari ¿no me conoces? soy 'F' 

¡Ostras Pedrín!, se trataba de un amabilísimo conocido que no le reconocí por la guisa, laboralmente correcta: traje de chaqueta y corbata impolutas. Risas, risas y disculpas a troche y moche



3 comentarios:

  1. Es que cambiamos mucho fuera del contexto habitual y con otras vestimentas. No sé si viste una foto antigua (tanto que era en blanco y negro)que puso hace tiempo, en la que llevaba el cabello cortado por arriba como con unas tijeras de podar... (Perdona "F", pero es que me impactó).

    ResponderEliminar
  2. Es cierto, que cambiamos. Yo no tanto, y a las pruebas me remito, pero!....¿y como tienes tú tan claro de quien se trata? eres adivino Emilio?

    ResponderEliminar
  3. ¡No! Jajaja... Es que hemos hablado en varias ocasiones cuando me lo he encontrado trabajando.

    ResponderEliminar