jueves, 24 de enero de 2013

No me gustaría verme en su pellejo

A "Sor M" se le va a caer el poco pelo que imagino le quedaba ya bajo su toquilla de hábito religioso; porque esa monjita ya viejíta, con carita y aspecto de persona frágil y benefactora, en el último minuto, fue salvada por la campana aquí en la Tierra, probablemente para silenciar campanazo. Pero espero que las cosas no se queden aquí  

A estas horas ya estará pasando, allá arriba, revista con San Pedro y, siendo sometida a un tercer grado y, se le pondrá en evidencia con las mañas de éste profesional celestial reconocido mundialmente por Cielo y Tierra, por tantos siglos de trabajo con dedicación exclusiva. Palidecerá y quedará tan blanca, como las nubes en las que se sienta todo el consejo judicial de la corte celeste, cuando se le diga que se irá directamente y sine díe en dirección contraria a la de la gente de bien. No solo sufrirá la humillación que jamás hubiera imaginado, sino que ya tiene aseguradas, según dicen, todas las incomodidades de un calor insoportable que no podrá superar durante mucho tiempo

Pero antes de condenarla definitivamente, San Pedro hará llamar a Santa Luisa de Marillac; primera religiosa que junto con San Vicente de Paul fundó la orden de las Hermanas de la Caridad, entregándose en cuerpo y alma a dar su vida por gente necesitada (orfanatos, ancianos, hospitales, instituciones psiquiátricas....). 
Delante de ella y a sus pies, se intuye llorará y porfiará el perdón de su fundadora, quien, según los cronistas oficiales del Cielo, no está por la labor y, por tanto, ni se inmutará, ni mostrará la más mínima conmiseración con su advenediza, teniendo en cuenta la intención de la Santa de ser lo más justa y piadosa posible con esos niños, que se vieron privados del amor de sus padres biológicos, pero también para ser lo más honesta con esos padres, que aún siguen sufriendo, después de tantos años, ese saqueo injusto y desprovisto de la más mínima piedad; arrancados, sus hijos, casi de sus brazos, aún cuando los cuerpos de esas madres  convalecían, calientes, tras un durísimo y anhelado parto 

Osea, que definitivamente le bajarán los humos y la soberbia que, probablemente, cegaron sus actos aún impunes aquí en la Tierra, y que, presuntamente, llevó a cabo durante tantos años; carentes estos de todo el sentido del amor y caridad cristiana con que el resto de religiosas, de su misma orden y de otras, intentan guiar sus vidas


2 comentarios:

  1. ¡Al infierno (si existiera) de cabeza con ella!
    Y prevenir para que no se repita.
    Después al olvido, no merece un rincón de nuestra cabeza.

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    1. Ignoro como funciona la Justicia allá arriba Emilio, pero espero no se vaya de rositas y pague por ello.

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