martes, 13 de noviembre de 2012

Caliente por los pies

Acabo de decidir que hoy no voy a spinning, ¡con un par! Hoy me quedo en casa; sin aflicción, sin espinas y sin culotte. Además, para mas inri, me quedo en el sofá, sin prisas, cómoda, caliente y liberada, por los pies, con unas pantuflas morunas, que no aprietan talones y, con una manta de Ikea, para contrarrestar el frío que se veía venir, y que ya tocaba 

Es estupendo poder quedarse quieta un rato y sentir que lo que se está haciendo, en relativo reposo, te lleva, también, por derroteros de gloria terrenal; me digo infinidad de veces que una persona activa no tiene porqué estar siempre en continuo movimiento y, también me cuestiono, otras tantas, que no puede ser casualidad que mis aficiones se den casi todas ellas en pleno movimiento ¿podría ser hiperactiva y a mis cincuenta y tantos, descubrirlo? 

Pero hay algo que me produce una placidez absoluta, y es, estar abstraída por cualquier ocupación que me seduzca sobremanera, que me absorba y me atrape  llevándome a un espacio, único e infranqueable, solo para mí y, con efectos de absoluto bienestar, físico y mental. Y es que en ese momento (pueden ser horas), no existe mundo más que que el mío; puedo estar escuchando sin oír; soy capaz de mirar y no ver; vivir sin sentir y, hasta olvidarme de que amo. 

No hace mucho, este pasado verano, leí un artículo en un suplemento semanal, a cerca de un palabro, relativamente nuevo, con contenido y connotaciones saludables para la mente: "mindfulness", algo así como "vivir íntegramente el momento actual".
La esencia de esta técnica, decía el artículo, es la meditación budista pero sin matices religiosos; un estar atento en el aquí y ahora; algo que mitiga en la mayoría de ocasiones, y cura, en el mejor de los casos, el estrés que sufrimos todos por diferentes frentes. 
Aludía a dos sistemas, uno de amenaza que nos produce estrés y ansiedad y, que provoca  reaccionemos con somatizaciones, enfermedades y trastornos varios, y otro, el de sosiego que nos proporciona confort y felicidad. Apuntaba a la capacidad de responder, más, que de reaccionar, sirviéndonos de la atención plena para conseguir equilibrar ambos sistemas.
También, a mis cortas luces, cuando ponemos nuestra mente en off, concediéndonos un rato de tranquilidad somos capaces de averiguar qué nos pasa por dentro y, por ende, nos asiste esa lucidez que precisamos y de la que adolecemos para poder resolver cualquier ecuación que se nos plantee.

¿Sabes que intuyo?, que ese dicho popular de "consultar con la almohada" y su fundamento empírico, van a estar directamente relacionados con el descanso. 




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